miércoles, 20 de noviembre de 2013

el mago Malandrino


Resulta que venía el mago más grande de todos los tiempos al teatro y nosotros, como no, sacamos las entradas. Heredero del legado de Houdini se había ganado la admiración y respeto de los más grandes prestidigitadores del mundo. A Malandrino lo envolvía un halo de misterio pues combinaba la escuela clásica con las artes más oscuras, aquellas que nadie se atreve a adentrarse. Un personaje soberbio y engreído que no dudaba en ridiculizar a todo mago que no le rindiese pleitesía. Era el mejor. Y lo sabía.. 
Con esta tarjeta de presentación no era extraño que colgaran un mes antes el cartel de no hay entradas. Toda la corte política y demás fauna de la farándula de la ciudad no quisieron faltar al evento. 

El nerviosismo y la expectación se palpaba en el ambiente. Hasta que se apagaron las luces... 
Sonó una música intrigante que fue subiendo de volumen hasta que dos llamaradas iluminaron todo el teatro. Malandrino apareció gravitando con los brazos en cruz y muy lentamente fue descendiendo. Fue tal el impacto que causó en el publico que no se oyeron aplausos.


"Buenas noches a todos -dijo-, voy a necesitar un voluntario." Nadie se levantó.
"Está bien, me veré obligado a elegirlo yo." Y bajó las escaleras...
Observé que todo el mundo se hacía el longuis, unos miraban hacia un lado, otros tecleaban el móvil... y yo, que sabía bien cómo funcionaban estas cosas y que las víctimas fáciles de manipular son las que muestran miedo, decidí no quitarle el ojo de encima...
Pasó por delante de unos, de otros, y levantó el dedo. Dio media vuelta y dijo "Tú", señalándome. Y un foco me apuntó de pleno.
La madre que me parió, el puto Malandrino!

- Cómo te llamas? 
- Evaristo - temblándome la voz 
- Si eres tan amable... Me acompañas?

Asentí con la cabeza mientras mi esposa me daba un beso de despedida...
- Tienes miedo, Evaristo? - me preguntó con una sonrisa malévola 
- No - le dije con los webos de corbata 
- Pues deberías, Evaristo, deberías - y soltó una carcajada de tal calibre que unas señoras se levantaron y se fueron.

En el escenario había algo tapado con una sábana. Cogió de una punta y estiró.
Puto Malandrino, pensé. Y tragué saliva...
- Sabes qué es esto? 
- Una guillotina - mientras cerraba los ojos
- Muuuuy bien, Evaristo, muuuy bien. Y para qué sirven las guillotinas?  
- Para cortar  
- Me estás sorprendiendo, Evaristo. Se nota que tienes estudios.

Puto Malandrino, volví a pensar...

Examiné el artilugio enseguida y su sencillez me hizo temblar, una cuerda estiraba de la cuchilla a través de una polea, así de simple, no tenía dobles guías ni nada parecido. Y un escalofrío me recorrió el cuerpo al ver su cara diabólica reflejada en el filo de la hoja. 
Mientras probaba la eficacia con diversas frutas una voz me habló dentro de la cabeza.. 
- Ahora cuando te pregunte si quieres probarla con la chorra me dirás que sí. 
- Sí, y unos COJONES!!!  - le contesté mentalmente 
- Muy bien, como quieras...

"Y ahora Evaristo va a poner la chorra y los cojones!!" dijo en voz alta dirigiéndose al público. Y me tocó la frente con un dedo...
Sin voluntad alguna me dirigí hacia la guillotina. Lo coloqué todo en unos agujeros y Malandrino echó el cerrojo. Mientras subía la cuchilla busqué a mi esposa entre el publico, lloraba desconsolada la pobre. No quería verlo y se tapaba los ojos..
  
Miré con tristeza a los tres prisioneros imaginando la caída hacia el canasto que tenía en los pies. No me dio tiempo a más, cuando me disponía a...

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!!!!