Derek Redmon era el favorito para ganar los 400 m. en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Mientras corría a toda velocidad se lastimó el tendón cayendo al suelo de dolor. A pesar de todo se levantó y empezó a andar cojeando hacia la meta.
Un hombre se abrió paso hasta la pista luchando entre los guardias de seguridad. Era su padre.
"No tienes que hacer esto, hijo" le dijo. "Sí, tengo que hacerlo" le respondió. "Pues bien, hagámoslo... juntos."
Y con una gran ovación cruzaron juntos la meta.
El dolor es temporal, darse por vencido es para siempre.