viernes, 5 de febrero de 2010

el mago

Agarró el bastón con fuerza y ancló los pies en el suelo. Su mirada, que se perdía en el infinito, se cruzó un instante con la de aquella criatura infernal. El mago, que dominaba fuerzas sobrenaturales y sometía la voluntad de las bestias, comprendió que aquel ser superaba a todos los rivales imaginables.
Cerró los ojos y suspiró. Puso una rodilla en el suelo mientras agachaba la cabeza y extendía los brazos, ofreciéndole el báculo como gesto de sumisión y derrota.
Cuando el demonio se abalanzó sobre él ya era demasiado tarde. Había mordido el anzuelo.

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